Pelirroja & feliz

Además de ser pelirroja, en esta cuarentena, como todo el mundo, empecé a cocinar: brioche, yogur, risotto y sopa de tomates que es un “manjar” como decía mi mamá. Al comienzo se me dio por cambiar los muebles de lugar, que cada miembro de la familia tuviera una mesa o escritorio para estudiar y trabajar al lado de una ventana. Me inventé un nuevo rincón con un escritorio antiguo y me gusta creer que tiene su encanto o magia propia, ya que escribo y también tengo mi soledad. Esa soledad que se sintió arrasada desde que comenzó la cuarentena. Sé que está ahí, como una niña tímida, pero me acompaña en cada palabra y frase que escribo.
El síndrome del orden que todo el mundo parece haber experimentado no se me dio tanto como el de cambiar cosas de lugar, por ejemplo la alacena pasó por completo de un armario a otro. A mí se me dio por la traslación: encontré nuevo lugar para las mismas cosas. La cercanía de lo elemental como eje de cambio.
En la cuarentena soy pelirroja y un montón de otras cosas que surgieron en este encierro, algunas buenas y otras no tanto. Habrá que ver si después de este encierro continuaré pelirroja y si las buenas cosas perdurarán. Lo más importante es que a pesar de todo escribo. Mantengo la rutina de escribir en soledad y eso sin importar ya si resulta en un buen cuento o no, me hace feliz. A pesar de los días bravos, soy en esta cuarentena una pelirroja feliz.
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