La Feria
Ayer visité la feria del libro, está
buenísima. Recomendable ir para no perderse nada. Llegué cerca del horario de
apertura (14hs) y por suerte no me encontré con ningún aluvión de gente ni en
la entrada ni en los pasillos. ¡Un placer! Había un par de colegios secundarios
que estaban todos afuera en las gradas tomando sol.
Cuando voy a la Feria pierdo la noción
del tiempo, más si sé que tengo varias horas libres.
Otras veces doy una vuelta alrededor del
stand, mirando todo sin detenerme en nada en particular, leyendo títulos y
luego empiezo a recorrerlo en detalle mesa por mesa de nuevo. Mi objetivo es
solo literatura . Para mí o para mis hijos. Ignoro por completo todas las demás
categorías. Sé que volveré la semana que
viene a la Feria (2x1 de la Nación o Clarín). La primera visita a la feria es
sagrada, voy sola y solo veo literatura en todas sus formas y como
siempre me quedó con ganas de seguir comprando libros, pero en algún momento,
se me acaba la plata y mis piernas ya no dan más.
Lo primero que vi fue el Stand Bajo la
Luna, expuesto estaba el libro de un compañero del taller de Samanta Schweblin,
Gervasio Noailles, ¡que ganó el FNA en 2013! Recuerdo que sus cuentos eran
increíbles, así que seguramente me devoraré estas páginas.
En el stand de los 7 logos, conseguí el
libro de Fabio Morábito “Grieta de Fatiga” que reúne quince relatos de este
autor mexicano que me gusta mucho como escribe desde que lo descubrí un verano en las páginas
de la revista de La Nación por su cuento Huellas, sin desperdicio. Ayer me
quedé leyendo hasta tarde y seguro lo termino antes de fin de semana.
En cada feria me gusta comprar un libro
de copilados o relatos reunidos. El año pasado compré el de Felisberto
Hernández (Editorial Eterna Cadencia) y cuando este año encontré en Alfaguara
los relatos reunidos de Hebe Uhart, no lo dudé. Así se suman a mi pequeña colección de Hemingway,
Capote entre otros.
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